Tom Neathway tiene 29 años y fue paracaidista. En el 2008, cuando cumplía misiones en Afganistán, pisó una bomba mientras recorría el terreno con su pelotón y perdió ambas piernas y el brazo izquierdo. Al piloto Tony Harrys, en tanto, ni las más de cinco operaciones quirúrgicas pudieron evitar que le amputaran la pierna derecha luego que un explosivo le impactara cuando patrullaba una ciudad del Oriente Medio. Ambos, como a otros 26 heridos de guerra, los vincula un gusto común: las carreras de autos. Y se han instalado en nuestro país desde hace siete días dispuestos a cumplir su más caro anhelo: correr el Dakar.

Todos son miembros del equipo británico Race2recocery y han quedado aptos para competir tras cientos de horas en terapias motoras y psicológicas. Su historia, plena de ejemplos de superación y perseverancia, es una de las muchas notables que guardan los 8574 kilómetros y 16 días de competencia del rally más importante del mundo. Un certamen extraordinario, además, por su trascendencia mundial– se organiza desde 1978, por cuarta vez en sudamérica - y pues permite poner en los ojos del mundo a nuestro país y promover sus valores culturales, sociales y geográficos.

Son más de 800 pilotos los que toman parte en las cuatro categorías de la durísima prueba: motos, cuatrimotos, camiones, autos. Varios, disputadas cuatro jornadas, ya abandonaron. Más de 50 cadenas televisoras y casi 500 periodistas de todo el planeta reportean. Casi 400 vehículos terrestres y aéreos los que vigilan el recorrido. Ah, y hasta un trujillano compite, Enrrique Umbert, en cuatrimotos. Tan bueno como los ingleses del equipo Race2recovery. Razones suficientes para darle una pausa al fútbol y gozar con los fierros.

Hasta la próxima.

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