El día que los mayas me jodieron (una broma más sobre el fin del mundo)
Cuantas veces, en esta aldea de doctrinas personales falsas, posturas, hipocrecías y fingido respeto al sistema, queremos, tenemos, sentimos, una necesidad infartante de patear el tablero. De romper la coraza y ser tal cuales. ¿Muchas ?, que bah, ¡todo el tiempo! De mandar todo a la mismísima y no reprimirnos por el statuo quo. Pero, pucha madre, cada vez nos golpeamos con la realidad y admitimos que no sería adecuado salvo algunos paréntesis muy bien buscados.
Pero, un día, una bendita tarde todo pareció cambiar. Y, yo, carajo, que hace tiempo estoy cual Leónidas y sus 300 al acecho no de Termópi pero si de la liberación global, escuché, o leí, o sentí la orden venida desde quien sabe cuantos miles de años atrás pero bendita al fin y preconcebida por unos peludos con ropa de lady gaga llamados mayas que gustaban de la escultura y tantas vainas instalados en Centroamérica. ¡Se acaba el mundo carajo! Entonces, en ese momento, allí, justo, ¡yes, man!, ¡la firme!, ¡thats rigth!, me encontré en mi verdadero contexto. pez en agua o político en el averno.
Y ahora sí, jódanse, me dije. Y, liberado por fin, cargué mi lista de deudas morales y la emprendí por la ruta de mis frustraciones sediento de revancha y gozoso de ansias. Lo primero fue meterme a la oficina del jefe sin sacar cita y decirle que era un bruto con dinero, explotador de mierda y cachudo encima, no sin antes tirarle por la cara facturas de mis lesiones por trabajo no reconocidas. Después, me trepé al despacho de la potable coordinadora de logística, casada por si acaso, y le metí un chape que por poco le estrangulo el páncreas con mi lengua y ni para que te cuento. Allí nomás agarré mi carro – al que le pinte la frase en el parabrisas trasero: ¡alcalde ladrón, presidente corrupto y obispo maricón! -, me fui al grifo y llené el tanque sin pagar y después directo al megacentro comercial. Allí me quite la ropa y bailé calato por tiendas de damas con un cartelito en manos que decía: ¡esta es la mejor moda consumistas malditos!
Luego, tras sobornar con toda mi colección de literatura deportiva al jefe de seguridad, largué a la plaza de armas. Llegado, escalé la estatua del tío ese medio desnudo y, en la punta del último pelo labrado, le zampé una remojada amarilla y otra bien, bien espesa y verde que una vieja se cayó patas arriba de pura impresión. ¡Que carajos si se acaba el mundo! le grité a ella y todos los curiosos con megáfono en mano.
Y eso, sin contar que le "metí cabeza" al tendero de mi cuadra con mas de 3 mil soles, regalé mis tarjetas de crédito, tiré carne con veneno al laberintoso perro de la vecina, le grité su vida a mi suegra que me tiene jode y jode, le rompí la moto a un abusivo que me pegó cuando era chibolo, le escribí a mi ex novia acusándola de tarada por casarse con un baboso y, por último, me empujé un porro de cuatro pisos y cuatro tragos dobles de "gasolina de avión" en la calle Pasco hasta esperar 00 horas del día 21.
Hoy, 16 horas después, desperté. Y estaba enmarrocado en la carceleta 5 del Poder Judicial, con mis calzoncillos en el cuello, la camisa amarrada a la cintura y un olorcito a vinagre podrido impregnado en los vellos de mi pecho. Levanté la cabeza y, sobre una minúscula ventana o respiradero, leí un cartelito que decía: imbécil, a los mayas les faltó piedra, por eso grabaron su calendario sólo hasta el 2012.
Cagau.
¡Mesoamericanos antiguos y la pe que los parió!