Como Maquiavelo (Málaga, la selección de vóley y la necesidad de triunfos)
En una sociedad casi anémica de triunfos deportivos, el facilismo, atrevido e insensato, se instala muy fácilmente. Se fortalece, se hace rápido, fluido. Como bebedor en huarique un día de pago. Cual Messi poniendo tercera cuando ingresa al área grande rival.
Y, entonces, los verdaderos valores quedan de lado si de celebrar se trata. Ocurre nuevamente con Natalia Málaga, la notable exvoleibolista y gloria viviente de ese deporte. Pero que como guía de juveniles confunde la corrección con la afrenta, la disciplina con el abuso. Y hasta avergüenza a deportistas en plena formación quitándoles el derecho a errar o replicar una humillación.
Pero esto no interesa si quedamos segundos en el Sudamericano de Lima y clasificamos a un mundial juvenil por méritos propios después de 18 años. Ni las críticas de Cecilia Tait, una de las mejores jugadoras que el mundo ha tenido, o los tibios reclamos de personalidades quienes, sabedores de la popularidad de la ‘Malamala’, temen perder simpatía ante la muchedumbre. Clasificamos pues, y sólo eso cuenta. Maquiavelismo puro: el fin justifica los medios.
Creo firmemente en los reclamos enérgicos, en los carajos cuando la actitud se va perdiendo o el equipo no reacciona dentro de actividades tan tensionantes como el fútbol o el vóley. Pero usado como alternativa, nunca como método o forma permanente. Es más, estoy seguro que las clasificadas a Checoslovaquia 2013 mejorarían su rendimiento si tuvieran una DT que use los tiempos técnicos del juego para orientar y replantear y no, como en la mayoría de casos, vociferar o endurar la cara suponiendo que así mejoraran. Pero, como somos una nación urgida de victorias eso, tal parece, importa un huevo.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe