Inusual...
Fue raro, muy inusual, lo de anoche. Cual si el tiempo retrocediera 40 años y hubiéramos vuelto a la mejor época de nuestro intermitente fútbol. Estaba en un restaurante ficho – que también resulta raro -, esos con TV por cable y platos de cinco tenedores, y los comentaristas de Fox Sports, tan normalmente soberbios ellos con su afamado balompié, esta vez criticaban el nivel de su equipo pero, lo más sorprendente – y raro - , no dejaban de alabar el rendimiento colectivo e individual de la selección incaica.
Que Ramírez mereció gol en esa pelota estampada en el parante, que Farfán es un crack de lujo, que Cruzado es genial, que Markarián confirmó su sapiencia, que Messi fue anulado y tantos halagos que hasta César Cueto envidiaría. Todos, salvo Elio Rossi, un arrogante tipo que sabe tanto de mesura como yo de astrología, reconocían la superioridad de Perú. Lo malo es que el notable desempeño no evitó el empate y de poco sirve si no permite ganar. Allí está el detalle. En acompañar esos rendimientos con buenos resultados y no reiterar una receta conocida: jugar como nunca pero perder (o empatar que es el caso) como siempre. Pues el fútbol se juega con arcos donde se deben meter los balones. Esas pelotas que Pizarro parece ya no tener o estar perdiendo.
Y, finalmente, ¿por qué esperamos estar tan jodidos en la tabla para recién dar todo lo que podemos? ¿Por qué nos cuesta mantener ese buen juego, eh? Eso no es raro.
Hasta la próxima.
(No podía pasar por alto enviar un abrazo de condolencias para un buen amigo, por la pérdida de su querido padre. Fuerza, Arturo Camacho)
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